Nuevos Ricos

Autor: Madeimoselle Illakilla

El 21 de mayo de 1964, fecha que se dio la reforma agraria, ¿según el gobierno, un sistema de redistribución equitativa de la propiedad?

Llevábamos casi más de un siglo adquiriendo cada metro de tierra para poder progresar, para trabajar en ganadería, agricultura y con las utilidades poder mandar a nuestros hijos a que puedan estudiar y así logren ser alguien en la vida. Pues la educación no era cosa barata, era simple, si no tenías, no podías educarte. Los tiempos eran muy difíciles, muy complicados, carecíamos de muchas cosas.

En nuestro hogar muchas mujeres y varones tuvieron trabajo que les permitió llevar un pan a sus familias.

 Al gobierno se le había olvidado que nosotros también nacimos en los andes, por nuestras venas corre sangre inca, nosotros también fuimos y somos aún campesinos peruanos.

Recuerdo aquella vez, en la plaza de lo que fue la capital de Yanaoca, después de la promulgación de la ley, fuimos a abastecernos como de costumbre con productos de primera necesidad, allí no se hicieron esperar las risas burlonas de los llamados campesinos, victimas de su propio destino, dominados por su rencor, envidia y odio hacia los que simplemente teníamos un pan más sobre nuestra mesa. Aquellos campesinos habían sido carcomidos por la ambición de poder poseer y poseer.

Nos pusieron adjetivos calificativos de gamonales latifundistas, déspotas, mistis, ambiciosos, ricachones, entre otros adjetivos subidos de tono. Le dieron rienda suelta a su odio y empezó el atropello, despojándonos; sin consideración de nuestro hogar, fuimos arrinconados, invadidos, amenazados y maltratados.

Nos metieron en un mismo costal, con todos aquellos “gamonales” que para entonces nos calificaban, lo que hoy “nuevos ricos”.

¿Qué mal ha cometido mi familia, para que nos despojen de nuestros bienes? ¿acaso no se estaba permitido poder progresar y salir adelante?

Los “nuevos ricos”, Perdimos sin más, lo que construimos con esfuerzo durante casi un siglo.

Posteriormente, esos mismos campesinos organizados en pequeños grupos llamados “abigeos” nos robaban el ganado, se proclamaban víctimas; pero pasaron a ser victimarios. Debo decir que su ambición desconoció a muchos de los que ellos llamaban “masiquna o compañeros de la misma condición”, alguna de las razones, haber trabajado para nosotros. Obligándolos a hablar en contra nuestra, cuando siempre fueron tratados de manera correcta. Si no accedían no se les daba un pedazo de tierra. Otros no aceptaron y se quedaron relegados por ser humildes y honestos, otros no tuvieron valor suficiente y accedieron a sus condiciones. Era la ley del mas fuerte y ambicioso quien abarcaba más.

Entonces ¿Dónde estaba la igualdad que clamaban? ¿aún me pregunto, que significaba la justicia para aquellos hombres?

¿Despojarnos y quedarse con nuestras tierras?, ¿burlarse de nosotros por el momento difícil que atravesábamos o simplemente deseaban ser otros gamonales?

Muchas familias “latifundistas” migraron a grandes urbes, pues no soportaron la violencia y la discriminación de parte de los campesinos. Mi familia pereció, ya no queda nada de ella solo la historia que lo prevalece.

Ha pasado más de medio siglo, de aquellos hechos ocurridos, y he vuelto a la tierra donde me vio nacer y de donde me despojaron, he comenzado de cero en una ciudad lejana opté por una carrera profesional y soy felizmente exitoso.

Recuerdo aquella frase del gobierno “campesino, el patrón no vivirá de tu pobreza”, no vivíamos de ellos, luchábamos por una vida mejor.

Se convirtieron en minifundistas, sí, hubo cambios, sí; pero no significo progreso, no salieron de la pobreza. vivieron allí, murieron en la misma situación en la que se encontraban al principio. ¿Entonces que paso realmente?

No, no es suficiente tener tierras, es necesario tener conocimientos para sacarle provecho.

El gobierno nos quitó el pan para darles a ellos; sin embargo, no les enseño a ser panaderos.

Estoy aquí sentado en un cerro al que llamábamos Puqara, en un pueblito del Andes del Perú capital de la antigua gran Nación k´ana. Me he sentido algo nostálgico, un poco triste, al recordar momentos trágicos, mataron a mi padre quien defendió a mi madre de ser abusada por aquellos hombres.  Mi madre y mis hermanos huimos dejando lo poco que nos correspondía, yo tenía apenas 5 años.

Ya no existen las casitas que construyó mi padre a quien llamábamos con cariño “cocho”, allí en aquel patio solía sentarse mi madre junto a otras mujeres, allí les inculcaba el arte de tejer, hilar, cocinar, etc. Ella siempre fue alegre y generosa.

No, no tengo ningún resentimiento, pues esos días ya se han ido, y el perdón ha llegado a mí, porque que no sabían lo que hacían y aún no lo saben. Si algo he aprendido en la vida es a no perder el tiempo llevando rencores u odio pues el tiempo corre y no se detiene por nadie.

Madeimoselle  Illakilla.

 

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